Lecturas encontradas

Jorge Muzam

En nuestro incansable deambular como lectores nos encontramos a menudo con pasajes de libros que resultan entrañables, y es precisamente porque dejan entrever o sugieren que alguien alguna vez en algún lugar también amó los libros. Tal es el caso de este párrafo de la novela La insoportable levedad del ser del escritor checo Milan Kundera:

“Y había otra cosa más que lo situaba por encima del resto: tenía en la mesa un libro abierto. En ese restaurante nunca nadie había abierto un libro sobre la mesa. El libro era para Teresa la contraseña de una hermandad secreta. Para defenderse del mundo de zafiedad que la rodeaba, tenía una sola arma: los libros que le prestaban en la biblioteca municipal; sobre todo las novelas: había leído muchísimas, desde Fielding hasta Thomas Mann. Le brindaban la posibilidad de una huida imaginaria de una vida que no la satisfacía, pero también tenían importancia para ella en tanto que objetos: le gustaba pasear por la calle llevándolos bajo el brazo. Tenían para ella el mismo significado que un bastón elegante para un dandi del siglo pasado. La diferenciaban de los demás.”